dijous, 21 de juny del 2007
Crònica/Review IndyRock - 16/06/2007 Mephisto
Mientras para España 1982 fue el año del mundial de Naranjito, el mundo del rock anotaba ese ciclo temporal dentro su interminable página de necrológicas fatídicas. Sucedió en un 19 de marzo, Randy Rhoads, guitarrista de la mítica banda de Ozzy Osbourne, fallecía en un accidente de aeroplano junto a la maquilladora Rachel Youngblood y un conductor de microbús. El destino le había reservado el mismo final que a otros grandes de la música como Lynyrd Skynyrd, Quiet Riot, Richi Valens o el mismísimo Buddy Holly. Ni siquiera había cumplido los 26.
En el 25 aniversario de su muerte, los barcelonenses On The Roads decidieron rendirle un justo homenaje. Seleccionando como escenario uno de los locales heavys por excelencia de la ciudad condal, la sala Mephisto, OTR montaron una fiesta donde el rock se erigió como Maestro de ceremonias. Como ejemplo un botón: la introducción vino a cargo de Metal Oriental, dos bailarinas experimentales que fusionan de manera sensual e inteligente la Danza Oriental con el Heavy Metal. Después de conseguir subir la líbido de más de uno (y seguro que de más de una también) se retiraron del escenario para dar paso al primero de las dos bandas de la noche: Mazo. Grupo formado a finales de los 90 (cuyo guitarra, Juan M. Valero, acaba de anunciar recientemente su abandono del mismo), que apuesta por un rock en lengua hispana. Temas como “La Guerra del amor” o “Sueño” castellanizan el espíritu más melódico de grupos como Iron Maiden.
Pero el plato fuerte de la noche estaba todavía por llegar. Y se hizo desear, pues nada más saltar al escenario un problema técnico dejó a los 5 miembros de OTR plantados sobre el escenario sin poder iniciar el concierto, y al público tan ansioso como atónito. Al final el problema no fue tan técnico y sí más humano, por lo que una simple reacción/acción lo dejó resuelto en un tiempo de boxes. Pura anécdota que quedó relegada al olvido tras la agresividad de las primeros acordes; pues, al instante, aquellos chicos que había en escena transmutaron sus roles de manera espontánea hasta convertirse en una resurrección del grupo de Ozzy. Al menos así lo vivimos los que allí nos encontrábamos. El concierto fue un recorrido por las diferentes etapas de la mítica banda, centrando su atención en los solos de “Randy” Esteras “Rhoads” (el momento de la rotura de una cuerda justo en el preludio de su solo estrella quedaría dentro del anecdotario de la noche). Se trató de un homenaje a conciencia, con una calidad musical acorde a las circunstancias del evento, donde el público vibró y rememoró por partes iguales; pues para muchos de los allí presentes, aquel concierto fue el placebo capaz de aproximarles, por una noche, a uno de esos sueños imposibles de realizar ya.
Tras finalizar el concierto quedó esa sensación de satisfacción que confiere el haber hecho las cosas bien. Y si una cosa quedó de sobras demostrada al final de la noche, es que los buenos homenajes no requieren la intervención de multitud de grupos millonarios exentos de identificación con el evento. Pocos pero sinceros es una combinación excelente.
Y es que Randy Rhoads nunca volverá a tocar la guitarra entre los vivos pero seguro que disfrutó del concierto más allá de la muerte. O al menos, eso les gusta pensar a muchos de los que allí estuvieron.
Crònica/Review by Raül Ruiz - IndyRock
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